Producción audiovisual en formato cine digital 6k

Un vídeo cuenta la historia de alguien para que otro la vea. Más allá del contenido, de los planos secuencia, el motion graphics o la locución; lo realmente importante a la hora de realizar un vídeo es conocer al cliente, saber qué es lo que quiere, cuáles son sus necesidades.

Como productora de contenidos audiovisuales, en Objetivo Red tenemos claro que nuestra función es la de convertir una idea en una imagen en movimiento. Satisfacer la necesidad de comunicación – en vídeo – de cualquier compañía, institución o negocio. Y para responder a dicha es imprescindible conocer al ‘otro’, cuáles son sus propósitos, sus intereses e incluso sus carencias. Pero también implica ponerse en su lugar ante las dudas, los miedos empresariales, descifrar sus gustos y todos aquellos rasgos que le dan cuerpo, que lo dotan de ‘alma’ como entidad. Ahí está lo más complicado. Saber qué quiere y cómo lo quiere. Porque el lenguaje y las narrativas audiovisuales son las mismas para todos. No es lo mismo un vídeo corporativo para una ganadería que para una start-up.

Si no sabes lo que quieres, al menos, dime lo que no te gusta

A lo largo de nuestra experiencia profesional nos hemos visto en multitud de reuniones en las que el cliente presenta su demanda. «Quiero un vídeo bonito, que cuente cómo somos y los servicios que ofrecemos». Esta podría ser una frase comodín que se repite en reiteradas ocasiones. Sin embargo, esas palabras aportan poca información acerca de lo que ese cliente verá al final. Simplemente, porque ese cliente, ese interlocutor, seguramente no sepa expresar con palabras cómo materializar sus deseos. Lo suyo son los balances de cuentas, las tasas de ocupación, el porcentaje de rebote en las visitas a su web o el precio de las coquinas en la lonja. Él no tiene porqué saber de secuencias, de codex, ópticas o renderización. Y ahí debemos estar nosotros para ayudarle, poniéndonos a su lado, metiéndonos en su papel.

De ahí que nuestro recurso más efectivo en los casos más extremos es preguntar directamente qué es lo que no le gusta, lo que no quiere. Es tan fácil como hacer un regalo. Cuanto mejor se conoce a la otra persona, más se acertará con el regalo.

Cuando empatizas con un cliente, y calzas sus botas, puedes aproximarte con más acierto y eficiencia a lo que él está buscando. Después, debes pensar y mirar a la pantalla como lo haría su target, el público con que quiere conectar.

Darle el vídeo que necesita no es darle lo que dice

Nuestra tarea como profesionales de la imagen en movimiento – llámalos frames o fotogramas – es asesorar y aconsejar. Pero nunca aceptar sus propuestas porque «lo pide el cliente». Es más, es de suma importancia advertir a la parte contratante de los errores o las decisiones  poco acertadas. Nosotros somos los profesionales y es nuestra obligación dirigir el flujo de trabajo hacia el terreno más indicado. Cuántas veces habremos escuchado eso de falta esta parte de la historia, habría que añadir aquello, no se bien lo bonito que ha quedado aquella zona… Si les dejamos hacer, lo que debería ser, por ejemplo, un vídeo de 3 minutos dinámicos y con ritmo, se convertirá en un tedioso encadenado de imágenes, secuencias y totales que puede durar más de 10 minutos. Y al final, el cliente no obtendrá lo que reclamaban sus necesidades comunicativas, sino lo que pedía su alter ego creativo.

Es nuestro deber aconsejar, asesorar y buscar la opción más eficiente y eficaz para satisfacer la necesidad con la que acude a nosotros. Si además de todo ello, somos capaces de optimizar al máximo los recursos materiales – el dinero – habremos conseguido la cuadratura del círculo. La empresa, entidad, negocio o asociación se llevará el vídeo que necesita, el que responde a su propia estrategia y objetivos, ajustando al máximo el presupuesto. Porque a nadie – o casi nadie – le gusta gastar más de lo necesario. De manera que si eres honesto, honrado con los plazos y los recursos, tendrás un cliente doblemente satisfecho.

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